jueves, 24 de abril de 2014

¿POR QUÉ LOS RICOS SON RICOS? Y ¿POR QUÉ LOS POBRES SON POBRES?

Nos pasamos la vida haciendo cosas que detestamos con el objeto de ganar dinero para comprar cosas que no necesitamos e impresionar a personas que no nos caen bien.
(Laurence J. Peter)

Es fácil tener principios cuando eres rico. Lo importante es tener principios cuando eres pobre.
(Ray Kroc)

El dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones económicas.
(Woody Allen)

Un tonto pobre siempre será un tonto. Un tonto rico será siempre rico.
(Lafitte)

Lo que debemos pensar es; si en nuestra cultura, formación personal o si nuestro país influyen para que los ricos se vuelvan cada día más ricos y los pobres más pobres, es cierto que los ricos son ricos y los pobres son pobres, surgen otras inquietudes como si países ricos son los responsables de que otros países sean pobres.
Son dos preguntas complejas de resolver, por ejemplo la pobreza no solo es cuestión de dinero, igualmente  pasa con el rico, no sólo es poseerlo y ya, me refiero algo más allá de lo que el concepto de riqueza y de pobreza pueda generar en nuestras mentes.  Hago la invitación para reflexionar que es ser rico y que es ser pobre.
Palabras clave: Actitud positiva, progreso, estructuras económicas, escasez, abundancia, comercio, sostenibilidad.
Dentro de este ensayo trataremos los siguientes temas primero; algunas reseñas históricas de la riqueza y pobreza,  segundo; estructuras económicas que impiden el progreso, tercero actitudes que perpetúan la pobreza y cuarto conclusiones.



1.    Historia
El reparto de la riqueza ha sido motivo de reflexión por algunos pensadores de la Antigüedad. Para Platón, la riqueza debía ser distribuida de forma igualitaria, mientras que para su discípulo Aristóteles debía serlo proporcionalmente al esfuerzo de cada uno. Al introducir la noción crematística, Aristóteles condenó la práctica de acumular la riqueza por ella misma y no con otro fin que el placer personal.
En la Edad Media, santo Tomás de Aquino buscó reconciliar el pensamiento de Aristóteles con la doctrina cristiana, y desarrolló el pensamiento de la Escolástica, para la cual prestar dinero con interés era entregarse al pecado mortal de la codicia o avaricia, uno de siete pecados capitales, por lo cual se dejaba esta ocupación a personas de otras creencias, judíos principalmente.
Desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII la doctrina económica dominante fue la del Mercantilismo, para la cual el enriquecimiento de los Estados-naciones en principio derivaba del comercio y la industrialización o elaboración de manufacturas, y no del oro importado de las colonias (Bullionismo, desarrollado sobre todo en España y Portugal).
En la segunda mitad del siglo XVIII, Adam Smith, fundador de la Escuela clásica de economía, criticó el Mercantilismo y en particular el bullionismo, negando al oro y a la plata su valor de medida principal de la riqueza, subrayando que se trata en principio de un tipo de riqueza primitiva. Explica que el origen de la riqueza de las naciones deriva del trabajo (concepto de la división del trabajo), de la acumulación de capital y de la valoración de los mercados.
Después la producción de riqueza se vinculó a la noción de los factores de producción, que son esencialmente el capital y el trabajo.



1.2.        La riqueza desde el punto de vista económico
La riqueza puede estudiarse, desde la microeconomía o la macroeconomía. En este último enfoque, se encarga de analizar la disciplina denominada economía política. Dentro de ella, diversas teorías han discutido cuál es el origen de la riqueza a lo largo del tiempo. Cronológicamente han sido el mercantilismo, el bullionismo, la fisiocracia, el liberalismo económico y el marxismo.
1.2.1.   Mercantilismo
Para el Mercantilismo, doctrina que dominó desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, el fundamento de la riqueza de un país es el comercio o balanza comercial entre el debe y el haber. Entre sus defensores estuvieron el inglés William Petty y el francés Jean-Baptiste Colbert, quien conjugó las medidas mercantilistas con el proteccionismo en una fórmula llamada Colbertismo.
1.2.2.   Bullionismo
Para el bullionismo, doctrina que dominó en la España del siglo XVI y XVII, el fundamento de la riqueza son los metales preciosos y materias no perecederas. Se considera una especie de mercantilismo arcaico. Entre sus defensores estuvieron Thomas Milles y Gerard de Malynes.
1.2.3.   Fisiocracia
Para la Fisiocracia, doctrina que dominó en Francia a lo largo del siglo XVIII, el fundamento de la riqueza es la propiedad de la tierra y el trabajo de sus productos. Sus principales defensores fueron los economistas François Quesnay, Anne Robert Jacques Turgot y Pierre Samuel du Pont de Nemours. Según Quesnay, la riqueza no es la suma de dinero que un país puede atesorar, sino la cantidad de materias primas al alcance de las necesidades del hombre, o sea, el excedente de productos agrícolas y minerales por sobre las necesidades del consumo nacional o producto neto. De su existencia e incremento depende la prosperidad o riqueza de un país. Las industrias del segundo sector, el transformativo, y el comercio, según los

fisiócratas, no constituyen riqueza, sino que son profesiones estériles que la consumen: la riqueza verdadera se contiene en la tierra y sus productos. Un fisócrata dieciochesco, sin embargo, fue uno de los que formularon uno de los principios de la principal teoría competidora de la fisiocracia, el liberalismo económico, Jean-Claude Marie Vicent de Gournay, el laissez-faire.
1.2.4.   Liberalismo
El liberalismo económico, que aplica el liberalismo teórico o filosófico de John Locke a la Economía política desde la publicación en el siglo XVIII de La riqueza de las naciones (1776) de Adam Smith, es el valor de uso y de cambio que las cosas tienen, o la suma total de los valores en cambio de los bienes en poder de los individuos o de la nación, y el medio más efectivo para incrementarla era la división del trabajo, porque es el trabajo lo que produce la riqueza y no la tierra, como pretendían los fisiócratas. El liberalismo afirma que la riqueza se genera cuantas menos cortapisas e intervencionismo ponga el estado al desarrollo de los negocios.
Otros teóricos del liberalismo son Bernard Mandeville, quien afirma que los vicios privados y el egoísmo redundan en virtudes o beneficios públicos y colectivos; David Ricardo, quien inspirándose en Smith generó la llamada teoría del valor-trabajo, para el que el valor de las mercancías lo determina la cantidad de trabajo necesaria para su producción; Thomas Malthus, para el que, como la obtención de materias de primera necesidad crece en progresión aritmética mientras que la población crece en progresión geométrica, la carestía genera subidas de precio y por tanto de valor; Condillac estudia el carácter subjetivo del valor y defiende el librecambismo o libertad económica, ya que la riqueza se aminora con el exceso de tributos y reglamentaciones, y denuncia los peligros de la inflación y las manipulaciones monetarias; Jean-Baptiste Say es partidario fanático del librecambismo y afirmaba que el concepto de riqueza de Adam Smith era muy restringido, ya que uno de los primeros elementos de riqueza era el "talento, la ciencia y el arte", un tipo de riqueza que se consume en el instante en que se produce.

1.2.5.   Marxismo
Para el Marxismo o materialismo histórico, es el trabajo, que genera una plusvalía que se vuelve a reinvertir acumulado al capital primitivo.
1.2.6.   La pobreza como tal
Como lo refleja la Biblia, en muchos de sus paisajes, la pobreza es parte de la historia misma de la humanidad, siempre se le ha considerado como una situación normal en la vida del hombre. Los escritos de la antigüedad reflejan como la escasez de alimentos y el hambre era algo crónico y común.
Durante la edad media aparecen las primeras manifestaciones de pobreza. Precarias viviendas sirvieron de morada al hombre y su familia. Estas, con una sola habitación en unos casos, y con un máximo de dos en otros, se constituyeron en casas que fueron el producto de construcciones rústicas y ordinarias, carentes de los servicios básicos, donde el desconocimiento de las más elementales normas de higiene agravaba las condiciones precarias de vida en las que habitaban miles de personas. Otro de los fenómenos habituales para la época era el hambre, las costumbres medievales permitían apreciar una notoria contraposición entre opíparos banquetes, de los que disfrutaban las personas que integraban las clases sociales más nobles y la inanición en que se debatían otras menos afortunadas.
 Durante el siglo XIII y las siguientes tres centurias el hambre continuó. “Entre 1201 y 1600 el ritmo de su crecimiento y propagación se mantuvo constante: Siete épocas de hambre y diez años de escasez de alimentos a lo largo de cada siglo”.
El hambre y la escasez han acompañado por siglos la evolución de la vida del hombre, múltiples capítulos de la historia de la humanidad así lo reflejan, largos períodos de hambre generaron muerte y miseria. Esas largas jornadas de hambruna fueron manifestaciones intensas de la pobreza.



La pobreza se ha mantenido durante siglos como un enquistado mal difícil de exterminar. En 1798, el clérigo ingles Thomas R. Malthus dejó saber, mediante un ensayo publicado, sus conclusiones acerca de la constante tendencia observada en la población a crecer por encima de la producción y la capacidad de abastecimiento de alimentos. Esta anomalía, sin un control adecuado absolutamente necesario, siempre arrastraría a la masa humana al hambre, a la enfermedad y a la guerra. La pobreza era para él, en sus consideraciones, un algo inevitable para la mayoría de los seres humanos.[1]
Para mediados del Siglo XVIII, durante la llamada “Revolución Industrial”, se produjeron cambios y la producción comenzó a registrar un aumento progresivo. Pero este fenómeno también involucraba el incremento de la población, el cual para inicios del siglo XIX ya mediaba en un 50%. Disminuyó el índice de mortalidad y aumentó la producción de alimentos, surgiendo además otros recursos que ayudaban a abastecer a un gran número de personas.
 El Siglo XIX fue el siglo de la explosión demográfica, en ese período la humanidad creció más de lo que lo había hecho en millones de años. Pero, de la misma manera como esto sucedió, continuaron produciéndose nuevos acontecimientos que generaron hambre en la India, Irlanda, China y la URSS, por mencionar algunas de las regiones del mundo más importantes que fueron afectadas. Curiosamente, estas grandes crisis, no afectaron mayormente los países del mundo occidental.

2.    ESTRUCTURAS ECONOMICAS QUE IMPIDEN EL PROGRESO
La pobreza es el resultado de una estructura económica deficiente. Las diferentes estructuras económicas que frenan el progreso pueden listarse como pre modernistas, mercantilista, intervencionista, y de orientación hacia adentro.


Excluimos los modelos socialistas y comunistas de esta discusión, aunque el modelo  intervencionista  usualmente  contiene  muchas  de  sus  características retardantes. Es preciso notar que todas las estructuras modernas son mezclas de diversos tipos; ningún modelo es exclusivo a un país.
     2.1. Estructura pre-modernista
La estructura pre-modernista o semi-feudal data de la Edad Media, cuando la vida se percibía como una lucha repetitiva y continua, y escasamente se tenía una noción del progreso. Es característica de la producción agrícola que depende intensamente de la mano de obra, con poca división de trabajo. Puede consistir en parcelas pequeñas, en las cuales familias individuales producen cosechas tradicionales para consumo propio o venta en mercados locales, sin tecnología ni herramientas modernas, y frecuentemente con la obligación de pagar algún tipo de diezmo o feudo al terrateniente, O puede consistir, como ocurrió en la época colonial, de extensas plantaciones agrarias que producen cosechas para mercados internacionales bajo condiciones que traen a la memoria el trabajo esclavizado. En cualquier caso, los trabajadores están virtualmente casados con la tierra local, aislados de la industria moderna y las amenidades disponibles en los mercados mundiales. La de ellos es una existencia monótona que provee poco incentivo para el mejoramiento personal y promueve la continua emigración de siervos analfabetas de las comunidades rurales a la ciudad capital y al mundo externo. Una muy alta tasa de reproducción generalmente acentúa estos efectos.
El feudalismo puro no existe como tal y desaparece gradualmente. Sin embargo, sus vestigios aún permanecen y sirven para frenar la prosperidad agraria que es tan necesaria para el desarrollo tercermundista. Algunos de los factores que contribuyen a que desaparezca la estructura feudal en beneficio de estructuras más modernas son, brevemente: en el caso del pequeño agricultor, el acceso a mercados internacionales por medio de cultivos de exportación, así como el acceso a recursos de capital y mejoras tecnológicas, como fertilizantes, irrigación, y pick ups; en el caso de plantaciones, la modernización resulta de la creación de plantas

procesadoras que transforman el producto agrícola en un producto vendible al mayoreo o directamente al consumidor en los mercados mundiales, la consecuente tecnificación y especialización de los trabajadores, y los sistemas que crean incentivos para mejoras en la remuneración, que están directamente relacionados con la producción para la venta externa. Todo lo anterior señala la salida gradual de un estado de pobreza y la entrada a una existencia moderna más humana.
2.2.        La estructura mercantilista
El mercantilismo de antaño, de los siglos XVII, XVIII, se caracterizó por la práctica de parte de los nuevos estados centralizados, particularmente Inglaterra, España. Francia y los países bajos, de controlar su industria y comercio internacional. Lo hicieron concediendo privilegios únicos a compañías individuales para producir y distribuir productos específicos, e intentaron proteger a estas compañías por medio de todo tipo de exclusión, tarifas y subsidios.
Muchas prácticas mercantilistas continúan dominando la estructura industrial y comercial de muchos países subdesarrollados. El exclusivismo y los privilegios limitan la entrada a muchos mercados, impidiendo así el crecimiento de una competencia reductora de costos. La ley alberga a estos monopolios artificiales de la intromisión por otros. El resultado son mercados que ofertan un número limitado de productos a altos precios, a una clientela reducida, favoreciendo así únicamente a los sectores más ricos y vedando a las masas una participación de los beneficios (en calidad y precio) del comercio mundial.     En  el  mercado  doméstico,         los  empresarios nacionales pueden subir los precios de sus productos protegidos por aranceles y tarifas y así vender bienes substitutos inferiores a un precio por encima del precio mundial; pero estos mismos precios altos impiden su participación en el comercio mundial.
2.3.        Estructura intervencionista
El alza en la intervención gubernamental en el mercado es una de las grandes causas de la pobreza. La intervención es responsable por establecer dentro del

gobierno muchas estructuras que crean pobreza, en la forma de ministerios y departamentos con una agenda aparentemente ilimitada. Estas agencias son dirigidas por burócratas ineficientes, aunque bien intencionados, responsables por imponer una colección infinita de complicados programas, regulaciones, requisitos de elegibilidad, prohibiciones, reglas para reportes, cargas contables, y decisiones arbitrarias, las cuales a veces se duplican unas con otras o se contradicen. Estas son impuestas a los ciudadanos y a las empresas productivas de una nación. Los costos administrativos de esta carga reguladora contribuyen enormemente al déficit incontrolable del país y generan, en la mayoría de los casos, beneficios dudosos para el público maniatado, el cual es obligado, so pena de multa o encarcelamiento, ya sea a obedecer o a hacer pagos ilegales cuando los extorsionan servidores públicos inescrupulosos. El mercado subterráneo o informal, que carece de aprobación y de protección legal, surge porque la mayoría de los pequeños productores no pueden cumplir con la multiplicidad de requisitos y pagos que la ley les impone.
La convicción de que el gobierno debe tener obligaciones ilimitadas hacia los ciudadanos, y por ende ser directamente responsable por su salud, educación, vivienda, vejez, e incluso recreación, ha contribuido en gran medida a este problema del intervencionismo. Muy pocos servicios se escapan de este tutelaje directo. La burocracia estatal aumenta significativamente la ineficiencia y el costo alto de los servicios más esenciales y es responsable porque éstos sean inasequibles. En última instancia, la  población nunca puede  superar la pobreza  del pasado y  la desmoralización que crea este sistema, a pesar de una asignación inmensa para los gastos sociales.
Otra convicción que crea un insoportable freno sobre la productividad de una nación es aquella que dice que el gobierno tiene una responsabilidad reguladora inmediata sobre la actividad privada de negocios y de banca. La noción de que el gobierno tiene la función de intervenir en beneficio del consumidor, trabajador, e inversionista, que debe regular detalladamente los precios, salarios y tasas de interés, que debe

ser la politíca de primera línea de toda actividad de mercado, ha creado un paternalista e ineficiente súper-control que tiende a encadenar la iniciativa y eficiencia empresarial, y a restringir las consecuentes ganancias que estimulan el crecimiento económico. Empobrece mucho más de lo que protege. Crea inseguridad en lugar de prosperidad. Frena en lugar de estimular.
Adicionalmente, los países mercantilistas suelen intervenir para estatizar (o nacionalizar) las industrias más esenciales al crecimiento, como las comunicaciones, a energía, y el transporte. La mayoría de estos países tiene únicamente una aerolínea nacionalizada, una compañía de teléfonos, y una compañía eléctrica, entre otros. El saldo es aún más ineficiencia burocrática, desperdicio, enriquecimiento de servidores públicos, y los consecuentes déficits y deudas. Por ejemplo, Centro América necesita urgentemente de millones de líneas telefónicas más, las cuales no pueden proveer ni manejar las compañías estatales.
Otra característica del intervencionismo es el intento de controlar la unidad monetaria de nación por medio de una variedad de políticas dirigidas por su banco central. El banco nacional es considerado el guardián de la moneda. Pero en sus inútiles intentos por financiar gastos públicos excesivos, acumular reservas internacionales, regular precios, y proteger la moneda nacional sobrevaluada, el banco destruye a la unidad monetaria, introduce distorsiones en la economía, e incurre en déficits cuantiosos. Esto se debe en la mayoría de los casos a la falta de disciplina monetaria y al manejo político del proceso de creación de dinero. Así, la oferta monetaria es continuamente agrandada; y este proceso inflacionario sirve sólo para destruir la estabilidad, la confianza y la creación de capital.
Finalmente, ¿cómo financia un país tercermundista estas múltiples actividades? Prácticamente todas ellas provocan grandes déficits, como es el caso de los servicios sociales, las industrias nacionalizadas, los bancos centrales, y la casi omnipresente y abultada burocracia. Para obtener los recursos financieros necesarios, se apoyan en un sistema ineficiente y progresivo de recolección de

impuestos, que crea una traba opresiva, en préstamos internacionales, que elevan la deuda pública del país hasta los cielos; y con relativa frecuencia, en la creación de dinero, lo cual es una medida inflacionaria que provocó las devaluaciones notorias en el pasado.
El intervencionismo es una indiscutible fuente del retraso económico y de la aparentemente incurable pobreza del tercer mundo.
2.4.        Estructura de orientación hacia adentro:
El comercio internacional o interregional es uno de los principales vehículos para el progreso. Los bienes sujetos de este intercambio son aquellos que el país o la región exportadora produce en abundancia y a un bajo costo, y los cuales el país importador no produce o produce en cantidades insuficientes y a un costo alto. Los países que participan en el intercambio se vuelven más ricos a medida que aumentan los niveles de comercio internacional.
Aquellos países tercermundistas que dedican sus esfuerzos principalmente, a veces exclusivamente, a producir para el mercado local, e impiden el comercio con otras regiones, frenan su propio progreso. Tienden a producir poco a un alto costo y a una baja calidad. Esto se agrava cuando introducen medidas intervencionistas para proteger la producción local ineficiente por medio de aranceles, subsidios y cuotas. El progreso que se obtiene a través de mercados internacionales es mayor que el de mercados locales expandidos.
La ideología económica de moda, llamada estructuralismo, ha intentado promover la producción doméstica a expensas del comercio internacional y ha contribuido significativamente al subdesarrollo de muchos países latinoamericanos.

3.    ACTITUDES QUE PERPETÚAN LA POBREZA
La segunda raíz de la pobreza son algunas actitudes que impiden el progreso, que están en boga general. Estas actitudes son de naturaleza personal, pero suelen

generalizarse a tal punto que se convierten en características de grupo de naciones. Algunas actitudes son propias del tercer mundo, y frenan su crecimiento inicial, tal como la indolencia, la indiferencia, y la resistencia al cambio. Otras se adoptan más adelante, después de que el tercer mundo comienza a imitar las costumbres del primer mundo, tal como la fuerte dependencia sobre sindicatos o gobiernos. Estas segundas actitudes también están presentes en todos los países más avanzados, donde logran retrasar el crecimiento, pero son devastadoras cuando afectan a las economías emergentes de los países pobres.
Las siguientes son algunas de estas actitudes:
·         Tengo derecho a vivir sin molestias de mis actividades agrícolas tradicionales, como lo hicieron mis antepasados.
·         Conforme la sociedad trasciende los restos del feudalismo, yo demando el derecho a mi propia tierra, aún si debe quitársele a alguien más, para crecer en ella mi maíz o fríjol o arroz.
·         Indistintamente de cuánto produzco, tengo derecho a tener un ingreso suficiente para poder disfrutar de todas las comodidades de la vida moderna, aún si para ello es necesario que se me apoye con precios fijos o subsidios que mejoran mi nivel de vida.
·         Yo me conformaré con sentarme en una esquina a vender chicle a los peatones. Si soy estudiante, estudiaré lo menos posible. Si soy empresario, venderé  lo  que hoy me genere más utilidades, sin importar los beneficios a largo plazo para mí o quienes me rodean.
·         Trabajaré si no tengo alternativa, pero siempre haré lo menos posible, levantándome lo más tarde posible, haciendo únicamente lo que se me obliga a hacer o lo que debo hacer hoy y no puedo posponer, inyectándole a la tarea el mínimo esfuerzo y ninguna iniciativa personal, tomando ventaja de cuánto atajo pueda, y dándome por vencido en cuánto pueda. Siempre promoveré un horario de trabajo más corto, fines de semana más largos, más vacaciones y feriados, y un retiro pagado más pronto.

·         Yo no me considero responsable de mi destino. Mi empleador me debe no sólo mi trabajo y mi salario, sino también tiene muchas otras obligaciones para conmigo, tales como mejores condiciones de trabajo, planes médicos, y el establecimiento de adecuados mecanismos para canalizar mis quejas. El empleador es un adversario de los empleados, y debe ser controlado y censurado cuando no provee aún mayores beneficios y utilidades. Yo tengo el derecho de participar en paros laborales pagados siempre que esté insatisfecho con su desempeño. Adicionalmente, lo considero un egoísta capitalista, interesado exclusivamente en acumular una fortuna personal y listo para aprovecharse de mí en cualquier momento.
·         Yo delegué en mi sindicato el derecho de velar por mis intereses. Considero que los sindicatos han sido las principales entidades promotoras del bienestar de los trabajadores, que mantienen vivo el espíritu de enfrentamiento con el empleador. El sindicato debe tener poder absoluto para negociar y obligar al empleador a hacer mejoras continuas en mi condición de vida, usando cualquier medio, aún si es ilegal, para obtener estos fines. En el tercer mundo, los sindicatos tienen la función básica de obtener para sus afiliados los mismos beneficios de los cuales gozan los trabajadores sindicalizados del Primer Mundo. Mi lealtad total es hacia mi sindicato y cooperaré con él, rechazando cualquier intento por hacerme trabajar más, por más tiempo, o más allá de lo expresamente estipulado en el contrato sindical.

Estas actitudes, tan comunes en tiempos modernos, se reflejan en muchas falacias económicas, que forman la base de los programas políticos de hoy. Algunas de estas falacias son:
·         Seremos más ricos y prósperos en la medida en que gastemos más dinero y ahorremos menos. Un corolario de esta creencia sería: El ahorro produce el


estancamiento. Esta actitud conduce directamente al desperdicio en el consumo, conocido como consumismo, y al agotamiento del capital escaso, que debe asignarse a la producción de muchos encantos no esenciales.
·         Seremos más ricos en la medida en que creemos más empleos y paguemos mejores salarios, indistintamente de la productividad. Su corolario: Es contraproducente recortar gastos laborales. Este error conduce al alto costo asociado con la burocracia y la ineficiencia.
·         El desempleo es un mal mayor que la inflación. Su corolario: que se imprima todo el dinero necesario para crear empleos para todos, sin importar que se trabaje poco.
·         Es preferible la inflación a elevar impuestos o disminuir los servicios provistos por el gobierno.
·         La deuda no es importante. Es mejor endeudarse que sacrificar el bienestar presente. Nuestros nietos podrán ignorarla, y la inflación lo hace parecer irrelevante.
·         Los precios deben mantenerse bajos, a pesar de que se aumentaron los salarios y la oferta monetaria. Siempre hay que responsabilizar a los productores por el alto costo de la vida y castigarlos con todo tipo de pena. Nunca se debe considerar culpar al banco Central del alza en precios.
·         El gobierno es un leal servidor público, y su intervención en todos los programas sociales es tanto beneficiosa como inevitable.







Después de haber analizado  los antecedentes históricos y postulados económicos, se concluye que unas de la posibles y a su vez principal causa de por qué los ricos son ricos y  del por qué los pobres son pobres, parte desde la misma configuración donde se vive o se habita, además depende de la capacidad del ser humano para superar los retos o las necesidades que el sistema (gobierno, economía, elite o intereses políticos, etc.) le imponen, es un error considerar que la pobreza es ausencia de riqueza y aún más pensar que hoy en la actualidad no existe o que con las ayudas de los países desarrollados terminaremos por erradicarla, como lo mencione al comenzar este escrito; lo que debemos pensar es; si en nuestra cultura, formación personal o si nuestro país influyen para que los ricos se vuelvan cada día más ricos y los pobres más pobres, creo en lo personal que es una combinación de varios componentes para que aumente o disminuya no solo la riqueza material o sino la riqueza de la experiencia, de la cultura, de la educación, de los valores, además la riqueza de aprender de los errores del pasado para superar la pobreza del presente.

Me preocupa ver que en Colombia sin embargo se está creando una cultura autocomplaciente o favoreciendo la politiquería, donde mucha gente espera que el gobierno de turno venga a solucionarnos todos nuestros problemas y no pensamos en cómo evitar  los problemas derivados de los cambios económicos, de la corrupción hasta de nuestro propias conductas mal intencionadas.

Al final y al cabo pienso, si alguna vez la sociedad como tal se pregunta si es más rico el rico o cada vez somos los pobres más pobres.




Bibliografía


Keckeisen, Joseph E. (2001): "Las causas de la pobreza en el tercer mundo"  en Contribuciones a la economía de La Economía de Mercado, virtudes e inconvenientes

Fuentes de internet







[1] Extracto del blog http://laotracaradelamoneda.blogspot.es/

No hay comentarios:

Publicar un comentario